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¡Comienza una revolución educativa en Ecuador!

Toda la sociedad ha cambiado (comunicación, transportes, trabajos…)  y ahora es el momento de la educación.

Finlandia, Singapur, Montessori, investigaciones en neurociencias, resultados de informes internacionales… nos muestran que la educación debe transformarse. No se trata de incluir algún nuevo material pedagógico o una innovación. Se necesita urgentemente un cambio en toda la organización, evaluación,  metodología, comunicación, recursos, etc. Un cambio integral para que la educación se convierta en el motor del progreso en Ecuador.

¡El Thomas More de Guayaquil da un paso al frente consiguiendo este cambio y situándose como un referente en Ecuador!

La lentitud en la transformación de las escuelas contrasta con la creciente velocidad con la cual los descubrimientos en otras áreas (tecnología, comunicación, salud…) logran incidir y transformar las prácticas cotidianas. Estos grandes cambios actuales también exigen que la escuela heredada del siglo XX deba transformarse. La globalización, la demanda de una Justicia Social y Ambiental, las tecnologías de la información y de la comunicación, los cambios sociales, políticos y laborales y los avances en investigaciones relacionadas con el aprendizaje, son aspectos que exigen cambios en la escuela.

La escuela necesita replantear sus fines, sus contenidos, sus formas de transferir y desarrollar la cultura, sus procedimientos de gestión y organización. Además, el siglo XXI demanda que la escuela no solo atienda a grupos reducidos y privilegiados, sino que incluya y eduque a toda la población, independientemente de su estatus económico, característica, género, cultura o capacidad. Por tanto, ¿con qué objetivo debe trabajar la escuela? La escuela actual ya no debe responder a las necesidades de la sociedad industrial, donde el objetivo es la estandarización y la transmisión de unos aprendizajes y capacidades muy específicos. Las tecnologías de la información y de la comunicación han creado una sociedad del conocimiento, lo que exige una escuela que responda a la necesidad de producir y distribuir conocimiento, no cosas. Esto justifica los grandes cambios que vivenciamos en nuestros días y proyecta hacia el futuro un objetivo atractivo para la humanidad: que el conocimiento sea el motor de la sociedad.

La sociedad del conocimiento, las contribuciones científicas de ámbitos como el de la neurociencia o el paso de una educación monoalfabética, donde el texto escrito es la principal forma de adquirir y representar el conocimiento, a una educación multialfabética, donde se diversifican las formas de leer y escribir, nos obligan a considerar nuevas formas de producción, representación y transmisión del conocimiento.

La sociedad actual requiere nuevas capacidades que no se traducen únicamente en saber hacer ciertas tareas concretas, sino que se necesitan capacidades complejas acordes con la polivalencia y el cambio permanente y rápido que caracterizan a los nuevos procesos productivos. Se requiere como señala Gallart (2002):

La capacidad para captar el mundo circundante, ordenar impresiones, comprender las relaciones entre hechos observados y actuar en consecuencia. (…) saberes transversales que puedan ser actualizados en la vida cotidiana, lo cual se demuestra en la capacidad de resolución de problemas.

Además, la escuela del siglo XXI debe tener en cuenta que el aprendizaje se produce en cualquier lugar y no solo en el aula o bajo el control de un docente. Estamos ante una sociedad repleta de información y que exige tener en cuenta que el aprendizaje continúa toda la vida y se da en cualquier lugar. La escuela ha dejado de ser el canal único mediante el cual las nuevas generaciones entran en contacto con el concomimiento y la información. El fenómeno educativo está presente en muchas prácticas sociales, más allá de la escuela.

Expertos de todo el mundo coinciden en la idea de que la escuela no es capaz de afrontar los retos necesarios del mañana en ningún país del mundo. Es probable que estemos frente a una nueva revolución educacional: las transformaciones del entorno son de tal magnitud que hacen prever una revolución de alcance similar a las que originaron la escolarización, la organización estatal de la educación y la masificación de la enseñanza.

Tanto el entorno en que opera la escuela como los propios fines de la educación están siendo transformados drásticamente y raídamente por fuerzas materiales e intelectuales que se hallan fuera de la comunidad educacional, pero cuyos efectos sobre ésta serán inevitables. (Brunner, 2001)

Por tanto, el siglo XXI dicta modelos de comportamiento, valores y formas de vida que están transformando la cultura y la sociedad y que exigen a la escuela cambios. A este nuevo escenario se le deben sumar prioritariamente los cambios que exigen movimientos educativos, sociales y ambientales como son los relacionados con la igualdad de género, la democracia y la horizontalidad, la educación inclusiva, el respeto, la diversidad cultural y familiar, la eliminación del fracaso escolar, la mejora de la infraestructura y del espacio, la escuela verde, el trabajo por competencias, la eliminación de la parcelación de contenidos o la innovación en la evaluación.

Es por ello que El Thomas More se convierte en el primer proyecto en Ecuador en aplicar métodos innovadores de manera total en un nuevo campus para 2.000 estudiantes y con todas los niveles (desde Prematernal a Bachillerato), respondiendo a las exigencias del siglo XXI e integrando formulas exitosas que se están dando en otros países y sistemas (Finlandia, Singapur, Montessori…).

Todos los sectores coinciden en que es necesaria una transformación educativa que permita afrontar los retos del mañana (Brunner, 2001; Carneros et al., 2015; Delval, 2007).

Los gobiernos de todo el mundo y la propia UNESCO marcan la necesidad de elevar la calidad educativa como vía esencial para el crecimiento económico, la superación de la pobreza y el arraigo de actitudes y valores éticos, pero no tienen una idea clara de en qué consiste ni de cómo mejorar dicha calidad educativa. (Murueta, 2007)

¡Comienza una revolución educativa en Ecuador! ¡El Thomas More da un paso al frente consiguiendo este cambio y situándose como un referente en Ecuador!

Todo es posible gracias al liderazgo del Doctor Carlos Ortega Maldonado, el excelente equipo profesional encabezado por la directora general Mgs. Érila Laínez Román y el asesoramiento internacional del Ph. D. Sergio Carneros Revuela, experto en transformación educativo.

Bibliografía: 

Brunner, J. J. (2001). Preguntas desde el Siglo XXI. Perspectivas: Revista Trimestral de Educación Comparada, 4(2), 203-211.

Delval, J. (2007). Aspectos de la construcción del conocimiento sobre la sociedad. Revista de Investigación en Psicología, 10(1), 9-48.

Gallart, M. A. (2002). Veinte años de educación y trabajo: la investigación de la formación y la formación de una investigación. Montevideo: Cinterfor.

Murueta, M. E. (2007). Educación en cuatro tiempos. Ciudad de México: Amapsi.

UNESCO. (2017). La educación al servicio de los pueblos y el planeta. París: UNESCO.