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Key Skills para familias (taller 3)

 El “fracaso” de los premios y los elogios en la educación de nuestros hijos

El Thomas More podía haber optado por realizar innovación de la manera más fácil: añadir algo nuevo que llame la atención. Sin embargo, el Thomas More ha querido convertirse en una institución internacional con un modelo educativo único en el país (4C Learning System) que obliga a realizar una transformación profunda de la educación para poder alcanzar los niveles existentes en los mejores colegios de Finlandia, Alemania, Singapur… Sin embargo, optar por el Thomas More, es similar a cuando acepta un excelente trabajo en otro país. Imagínese que se debe trasladar con toda su familia a un país europeo. Es una opción exitosa, segura y conveniente, pero aceptar significa tener que realizar cambios grandes en su vida si quiere adaptarse, enriquecerse al máximo de la experiencia y ser feliz.

Por ello, son tan importantes los talleres para familias, para entender el trabajo que se realiza en el Thomas More, trabajar en el hogar en la misma línea y aprovechar mejor esta educación internacional e innovadora. En el tercer taller para familias se abordó el uso de los premios y los elogios, siendo herramientas que, tradicionalmente, casi todas las familias hemos utilizado. En este tercer boletín les ofrecemos dos Key Skills fundamentales para trabajar en el hogar.

  1. Disminuir los elogios

La educación tradicional de ha llenado de elogios “¡Qué inteligente y buena es que se ha lavado los dientes ella solita! ¡Muy bien!”, “¡Un aplauso!, “¡Qué bonito, me gusta mucho!”, “¡Ay, cómo me gusta!”, “¡Muy bien hecho! ¡Bien!”, “Estoy tan orgulloso de ti. Ten tu premio”, “Qué buena eres”. Durante mucho tiempo se ha pensado que el elogio y la alabanza son necesarios para que los niños tengan un buen autoconcepto, pero la realidad es que las investigaciones nos muestran que pueden volverse complacientes y adictos a la aprobación de los demás.

¿Qué debemos hacer como padres/madres?

Estimular a nuestros hijos/as es fundamental, pero debemos reducir los elogios para respetar los procesos e intereses del niño y proporcionarle oportunidades para que los niños desarrollen habilidades que los llevarán a confiar en sí mismos y ser independientes.

Opciones para sustituir los elogios

 · Animar – alentar: Estimular sin emitir juicios y centrándose en el proceso y en empoderar al niño. Por ejemplo: “¡Confío en ti, sé que puedes hacerlo!” “¡Lo conseguiste!”

· Agradecer: Mostrar agradecimiento por el trabajo realizado. Por ejemplo: “Gracias por esforzarte”, “Gracias por ayudar a tu hermano con la tarea, seguro que ha aprendido mucho con tu ayuda”. · Describir: Limitarse a verbalizar lo que ha hecho o está haciendo. Por ejemplo: “Estás pintando de color azul”, “Veo que te pusiste los zapatos tú solo”.

¿Pero puedo utilizar algún elogio alguna vez? Es difícil eliminar los elogios por que estamos muy acostumbrados a utilizarlos todo el tiempo (sobre todo el típico “Bien”, “Muy bien”, “Qué lindo”). Por tanto, deben sustituirse poco a poco, por la costumbre de la familia y para que el niño no se sienta raro y desconectado, pues también está habituado a los elogios.

Además, deben tener en cuenta que sí pueden utilizarlos cuando le pregunten su opinión o cuando el niño ha conseguido algo importante y relevante para él.

  1. Reducir los premios

Con la educación basada en premios se suele conseguir, inicialmente, que los niños hagan aquello que los adultos queremos, pero no estamos educando para la vida ni para las necesidades del siglo XXI.

Aunque en ocasiones podamos pensar que premiar a un niño reforzará y afianzará sus conductas positivas, el reto es llegar a comprender que los niños necesitan llegar a realizar ellos mismos los juicios sobre sus acciones y lo que estas provocan en los demás y en ellos mismos, sin que haya una recompensa externa (normalmente material) que valide su conquista.

 Los niños necesitan poder elaborar sus propios juicios y encontrar la motivación interna. El premio genera dependencia y puede causar confusión si se deja de obtener, quizá el niño asuma que ya no lo merece o que tendrá que intensificar cada vez más sus esfuerzos en busca de una validación que debería darse él mismo y no esperar del exterior.

Si un niño siempre ha sido premiado, ha aprendido a que el otro valida su conducta y su esfuerzo, verá mermada su responsabilidad y la capacidad de autorregularse, ya que siempre ha dependido de un componente externo que ha orientado su conducta.

 ¿Qué debemos hacer como padres/madres?

Utilizar como estímulo, como hemos visto en el punto anterior, los ánimos, alientos, agradecimientos y descripciones. Además, el premio debe sustituirse por:

· La responsabilidad (son parte de los quehaceres a los que se debe comprometer).

· El hábito (lo hace porque es parte de su día a día).

· El propio interés del niño en la tarea o producto.

¿Pero mi hijo no debe recibir ningún premio?

Claro que puede recibir premios (reconocimientos por su trayectoria o metas, premios competiciones…), pero no debemos basar la educación de nuestros hijos en los premios.

Referencias:

 *Aldort, N. (2009). Aprender a educar sin gritos, amenazas, ni castigos. Madrid: Medici

              *Carneros Revuelta, S. (2015). “Renovación Educativa: Propuesta urgente, real y práctica” Madrid: RIE.

*Nelsen J. (2007). Como educar con firmeza y cariño. Madrid: Medici.