Blog

Artículo

Key Skills para familias (taller 4)

Educar desde lo esencial: El amor, el silencio y la pregunta

 La educación desde la familia es algo natural y sencillo. Sin embargo, cada vez tenemos más dudas sobre cómo hacerlo y sobre qué es lo mejor para el futuro de nuestros hijos. Esto se debe a la gran presión social, familiar y laboral y a la desorientación vital de la familia. Hace años que educar desde la familia se está haciendo una tarea compleja, difícil y forzada: Premios, amenazas, castigos, chantajes, infantilizar la realidad, sobreproteger, sermones, etc.

En el Thomas More apostamos por la familia como institución fundamental y por ello queremos ayudarles para que sean felices es su tarea de educar. Todos los animales educan de manera natural y sencilla, ¿Qué podemos hacer nosotros?

En este Cuarto Boletín les proponemos que desaceleremos y eduquemos desde lo esencial. Para ello abordaremos tres Key Skills fundamentales para su hogar.

  1. El amor

 El amor (entendido como conexión, pertenencia y seguridad) es una necesidad imprescindible para el desarrollo cognitivo, físico, motriz y emocional. Los menores que no reciben amor de su familia, se sienten abandonados y buscan conectar con su familia de manera errónea (violencia, venganza, muestras de poder, búsqueda de dolor, no querer hacer nada…) o buscan conectar fuera del hogar a través de personas (amigos, compañeros…) o cosas (compras, drogas…).

¿Qué amor debo ofrecer a mi hijo? El amor debe ser incondicional. La familia siempre debe estar conectada y ofreciendo seguridad a su hijo. Su hijo puede hacer cosas que no le gusten, se lo pueden decir, pueden poner límites…, pero pase lo que pase el amor (la conexión) siempre debe permanecer intacto. Se trata de educar con amor, amabilidad y firmeza.

Es fundamental que el amor sea la base desde donde nuestro hijo aprenda y se desarrolle. Por tanto debo tener en cuenta:

No hay comportamiento, acto, decisión ni error de mi hijo que pueda modificar, eliminar o poner en juego el amor de su familia. (Ejemplos: “rechazar su mirada o palabra por algo que realizó” o “abrazar más o mostrar más afecto al hijo que ha sacado mejor nota”).

 • El amor no debe utilizarse nunca como chantaje para conseguir buen comportamiento. (Ejemplos “decir que estas cosas hacen que mamá no te quiera tanto” o “decir si quieres que papá te quiera tienes que portarte bien”).

  • El silencio

Todas las investigaciones han demostrado que, en la crianza, la transmisión verbal es la menos efectiva. Sin embargo, como familias abusamos del sermón y de repetir una y otra vez lo mismo. Además, la mayoría de veces lo hacemos sin que sea el momento correcto (por el estado cerebral, como ya vimos en el boletín 1) o sin dedicarle el tiempo y la calma que se merece.

Intentemos hablar menos para educar y elijamos mejor los momentos para conversar con nuestros hijos. Además, les ofrecemos dos alternativas fundamentales para una educación esencial y efectiva:

· El modelaje (la imitación de modelos). Nuestros hijos deben ver en nosotros los valores y aprendizajes que queremos transmitirle. Por ejemplo, “si no como sano, será difícil que mi hijo adquiera buenos hábitos alimenticios” o “si no soluciono los conflictos dialogando, es difícil que mi hijo lo haga”. Esto no significa que si la familia lo hace, los niños vayan a copiar todo en ese mismo momento, pero los modelos vistos y con los que hemos convivido quedan guardados y son retomados casi de manera inconsciente a lo largo de nuestra vida.

· El ambiente (el entorno de sus hijos). Nuestros hijos deben vivir en un ambiente que transmita los valores que quiero que absorba. Por ejemplo, “si en el ambiente del hogar no hay libros, será muy difícil que la lectura sea un hábito” o “si en la casa se solucionan los conflictos gritando será muy difícil que mi hijo no sea violento ante conflictos”.

  • La pregunta

La mayoría de veces damos órdenes a nuestros hijos (por ejemplo, “Recoge el agua derramada con un trapeador”, “Estás haciendo mucho ruido, siéntate”, “Ponte las botas de lluvia”). Sin embargo, muchas de estas órdenes podrían ser transformadas por preguntas (por ejemplo, “¿cómo podrías recoger el agua derramada?”, “¿Qué puedes hacer para que haya menos ruido?”, “Está lloviendo, ¿qué calzado necesitas?.

Las órdenes producen tensión fisiológica, más resistencia en el niño, no le hacen pensar y crean dependencia y sumisión (por ejemplo, “Coge la cuchara para comer la sopa” o “El viernes a las 6.00 haces el Workshop”). Por el contrario, la pregunta es mejor recibida, capacita, involucra, responsabiliza y pone en marcha procesos cognitivos (por ejemplo, “¿Qué necesitas para comer sopa?” o “¿Cuándo podrías hacer el Workshop?”). Les proponemos que cambien algunas de las órdenes que utilizan en su día a día por preguntas y así prepararen mejor a sus hijos para la vida.

Referencias:

* Aldort, N. (2009). Aprender a educar sin gritos, amenazas, ni castigos. Madrid: Medici

* Carneros Revuelta, S. (2015). “Renovación Educativa: Propuesta urgente, real y práctica” Madrid: RIE. *Nelsen J. (2007). Como educar con firmeza y cariño. Madrid: Medici. v Siegel, D. J. y Payne Bryson, T. (2017). El cerebro del niño: 12 estrategias revolucionarias para cultivar la mente en desarrollo de tu hijo. Alba